Miles de aerogeneradores se acercan al final de su vida útil, la gran pregunta es qué haremos con sus palas después

 

Hoy en día las energías renovables se han posicionado como la alternativa más limpia de generar electricidad. Sin embargo, es importante recordar que no hay absolutamente ninguna forma de generación eléctrica que tenga un impacto ambiental nulo.

Las energías renovables también tienen impacto en el medio ambiente. No obstante, a diferencia de otras fuentes de energía como los combustibles fósiles donde el impacto ambiental se produce principalmente durante la vida útil de la planta (emisiones de gases de efecto invernadero y otros contaminantes), la mayor parte del impacto ambiental de las renovables se concentra en dos momentos: fabricación y desmantelamiento. Y es que cuando una instalación renovable dejar de funcionar, se convierte en un montón de chatarra que debe ser reutilizada o en su defecto, reciclada.

La gestión de estos residuos es un tema especialmente delicado en la industria renovable. Al fin y al cabo, las energías renovables deben ser coherentes con su objetivo final, que no es otro que la reducción del impacto ambiental en la generación eléctrica. No es de recibo vender un discurso de sostenibilidad y cuidado del medio ambiente y después tratar los residuos de las instalaciones de cualquier manera.

La realidad es que poco a poco nos acercamos a un futuro donde habrá que gestionar los residuos de cientos de instalaciones renovables que quedarán inservibles una vez llegado el final de su vida útil.

 

 

LOS AEROGENERADORES SE ESTÁN HACIENDO VIEJOS

 

El problema de la gestión de los residuos de la industria renovable se ha sensibilizado mucho en los últimos tiempos, especialmente en el caso de la eólica, después de que Bloomberg publicara unas impactantes fotos de un vertedero repleto de palas de aerogeneradores en Estados Unidos. Y es que este componente, debido a sus materiales de fabricación, es el más difícil de gestionar en el caso de los aerogeneradores.

La vida de diseño de un aerogenerador es de 20 o 25 años en función de la ubicación, aunque es práctica habitual que se extienda hasta los 30 años realizando algunas inversiones (sustitución de algunos componentes, etc). Teniendo en cuenta que la energía eólica moderna es una tecnología que lleva más de 20 años entre nosotros, la conclusión es clara: una parte de los parques eólicos del mundo está acercándose al final de su vida útil y con ello, a su desmantelamiento. En unos años nos encontraremos con cientos de aerogeneradores inservibles, cuyos componentes necesitarán ser gestionados.

Para hacernos a la idea de la magnitud del problema, hagamos unos números con las cifras de España, el quinto país del mundo con más eólica instalada después de China, Estados Unidos, Alemania e India.

En total, según datos de AEE (Asociación Empresarial Eólica) en España hay 1.265 parques eólicos instalados en más de 1.000 municipios, con más de 21.419 aerogeneradores, lo que da un total de 64.257 palas (tres por aerogenerador). Por supuesto, estas cifras siguen creciendo año tras años y  con modelos cada vez más grandes.

 

LAS PALAS, EL GRAN PROBLEMA DEL RECICLAJE DE LOS AEROGENERADORES

 

En términos generales, la mayoría de los componentes de una aerogenerador son reciclables. Actualmente entorno al 85-90% de los materiales de una turbina eólica se pueden reciclar, pese a que compañías como Siemens Gamesa ya ha mostrado las primeras palas completamente reciclables. Se fabrican principalmente a partir de solo seis materias primas básicas: acero, hierro fundido, fibra de vidrio (y materiales compuestos similares), cobre, aluminio y el hormigón utilizado en las cimentaciones.

Mientras que la mayoría de los materiales son comúnmente gestionados en otros sectores, el desafío de la industria eólica se centra en el reciclaje de las palas. Mientras que el resto de materias primas cuentan con una cadena de reciclaje establecida, las palas están fabricadas de materiales compuestos (fundamentalmente, la fibra de vidrio, fibra de carbono y resinas), especialmente difíciles y caros de separar para un correcto reciclaje.

 

La verdad es que el reto al que se enfrenta el sector no es pequeño. Alrededor de 14.000 palas podrían ser desmanteladas durante los próximos 5 años en el viejo continente, lo que equivale a entre 40.000 y 60.000 toneladas de residuos de estos compuestos.

Encontrar una forma de reutilizar o reciclar estas palas de forma adecuada es una prioridad para la industria.