Después de muchos años en los que los combustibles fósiles han dominado buen parte del mix de generación eléctrico, hoy en día las energías renovables se han posicionado como la alternativa más limpia de generar electricidad. Sin embargo, es importante recordar que no hay absolutamente ninguna forma de generación eléctrica que tenga un impacto ambiental nuloLas energías renovables también tienen impacto en el medio ambiente. No obstante, a diferencia de otras fuentes de energía como los combustibles fósiles donde el impacto ambiental se produce principalmente durante la vida útil de la planta (emisiones de gases de efecto invernadero y otros contaminantes), la mayor parte del impacto ambiental de las renovables se concentra en dos momentos: fabricación y desmantelamiento. Y es que cuando una instalación renovable dejar de funcionar, se convierte en un montón de chatarra que debe ser reutilizada o en su defecto, reciclada.

La gestión de estos residuos es un tema especialmente delicado en la industria renovable. Al fin y al cabo, las energías renovables deben ser coherentes con su objetivo final, que no es otro que la reducción del impacto ambiental en la generación eléctrica. No es de recibo vender un discurso de sostenibilidad y cuidado del medio ambiente y después tratar los residuos de las instalaciones de cualquier manera.

La realidad es que poco a poco nos acercamos a un futuro donde habrá que gestionar los residuos de cientos de instalaciones renovables que quedarán inservibles una vez llegado el final de su vida útil.

 

Existen tres formas principales de gestionar las palas de los aerogeneradores una vez llegan al fin de su vida útil: reutilización, reciclaje y almacenamiento.

 

REUTILIZACIÓN

 

El motivo por el cual un aerogenerador se desmantela no es siempre el final de su vida útil. A veces ocurre por decisiones estrictamente financieras, ya que puede ocurrir que instalar aerogeneradores más grandes y modernos en esa misma ubicación pueda ser un mejor negocio que mantener los viejos funcionando.

Esto quiere decir que no todos los aerogeneradores desmantelados tienen que ser desechados sí o sí, sino que pueden hacer honor a la primera de las tres erresser reutilizados e instalados en alguna otra parte. Sin embargo, es importante señalar que esto no es siempre posible ni sencillo, ya que la normativa eléctrica evoluciona y los viejos aerogeneradores muchas veces no cumplen con los requisitos de los países.

En los casos en los que la reinstalación no sea posible pero sus componentes sigan en buenas condiciones, estos pueden ser utilizados como recambios para otros aerogeneradores similares que sigan en operación. De esta forma, se evita tener que fabricar nuevas piezas que en la mayoría de los casos ya no se hacen de forma seriada (porque ese modelo de aerogenerador ya no se comercializa).

Por último, está la opción de su reutilización en otras aplicaciones más allá de la energía eólica, principalmente arquitectónicas. Entre las más reseñables y curiosas, está este aparcamiento de bicis instalado en Dinamarca o un puente proyectado en la ciudad de Aalborg.

 

RECICLAJE

Una vez descartada la reutilización (que por desgracia, no siempre es posible), pasamos al siguiente paso, el reciclaje: recuperar las materias primas para ser utilizadas en otra aplicación. Entre las principales formas de reciclaje se encuentran las siguientes:

  • Reciclaje mecánico: consiste en triturar y/o separar el material para su posterior reutilización en la fabricación de otros materiales fibrosos o como material relleno (aislante o relleno de hormigones, por ejemplo).
  • Reciclaje térmico: al igual que se hace con muchos otros residuos, las palas de los aerogeneradores pueden incinerarse para generar energía. Otra opción son la pirólisis y la gasificación, mediante las cuales se pueden preservar los materiales fibrosos para ser utilizados en aplicaciones secundarias. Como contrapartida están las emisiones asociadas a estos procesos.
  • Reciclaje químico: procesos como la solvolisis, que implican la utilización de disolventes y procesos térmicos para separar la resina de las fibras. Después, ambas pueden ser reutilizadas.

 

ALMACENAMIENTO

Como hemos comentado anteriormente, los materiales compuestos no son residuos peligrosos, por lo que pueden almacenarse en vertederos sin generar problemas en el medio ambiente (más allá de la propia ocupación del terreno y de ser un residuo que estará ahí “para siempre”, que no es poco).

En términos generales, podemos decir que las tecnologías de reciclaje para tratar los residuos de las palas de los aerogeneradores ya están disponibles. Sin embargo, todavía faltan oportunidades comerciales debido a razones como la economía de escala (todavía no hay suficiente volumen de residuos para hacer un negocio rentable) y el coste del transporte desde los parques hasta los centros de reciclado, entre otras. A ello se suma que la alternativa de almacenarlo en vertederos es generalmente más barata que cualquier otra, lo que incentiva su uso.

Algunos países ya se están adelantando al problema. Por ejemplo, Alemania, Austria, Países Bajos y Finlandia prohíben que los materiales compuestos se depositen en vertederos o se incineren. Francia, por su parte, está considerando introducir un objetivo de reciclaje para aerogeneradores en su legislación.

En definitiva, y a pesar de que todavía no es apenas visible, el sector eléctrico se enfrenta a un reto de gran magnitud con la gestión de cientos de palas de aerogeneradores. Una legislación clara e incentivar el reciclaje de estos materiales (o desincentivar su almacenamiento en vertederos) es necesaria para hacer de la eólica una energía 100% sostenible.

 

 

Siemens Gamesa desarrollo las primeras turbinas reciclables

Siemens Gamesa desarrolló las primeras palas de turbinas eólicas marinas que pueden reciclarse totalmente, lo que potencialmente podría salvar a cientos de miles de estos voluminosos objetos de caer en los rellenos sanitarios y así resolver un problema que señalan mucho los críticos de la industria.  Las palas, que pueden ser más largas que una cancha de futbol y están hechas de una mezcla de materiales que incluyen la madera de balsa, vidrio y fibra de carbono, son difíciles y costosas de reutilizar.

Como muchos de los primeros proyectos ahora llegan al final de sus vidas o son “recargados” con nuevas turbinas más potentes, se van a retirar cada año casi 6 mil 650 palas en Europa hasta 2025, de acuerdo con Bloomberg NEF. Alrededor de mil 400 palas retirarán anualmente en Estados Unidos en el mismo periodo.  Siemens Gamesa produjo sus primeras palas reciclables en una fábrica de Aalborg, Dinamarca, utilizando una resina distinta cuya estructura química garantiza que se puede separar más fácilmente de otros componentes cuando se calienta en una solución ácida suave.

El fabricante más grande del mundo de turbinas eólicas marinas también evalúa la tecnología para el uso en proyectos en tierra.  Marc Becker, director ejecutivo global de proyectos marinos de la compañía, dijo al Financial Times que aunque los materiales separados no serán adecuados para nuevas palas de turbinas, ya que no soportarían las condiciones de tifón, se podrían utilizar en “barcos o en muchas otras aplicaciones donde ya no necesitan esta superfortaleza”.  Becker no quiso entrar en detalles sobre el costo de estas palas reciclables, pero insistió en que no son “exorbitantemente caras” y que los precios caerán cuando se produzcan mayores volúmenes. “No es algo que se hará hasta 2030, lo podemos hacer a partir de este momento”, dijo.

La compañía se comprometió a desarrollar turbinas eólicas totalmente reciclables para 2040, ya que muchos países europeos introducen restricciones más estrictas sobre los materiales que se pueden enviar a los rellenos sanitarios.  Gregorio Acero, director de salud, seguridad y medio ambiente de Siemens Gamesa, dijo que con las nuevas palas reciclables, solamente entre 5 y 7 por ciento de la turbina eólica no será susceptible de reciclarse, incluyendo los fluidos hidráulicos.  Siemens Gamesa estima que cambiar por palas reciclables, si las adoptan los desarrolladores de energía eólica marina, contribuiría a evitar que hasta 200 mil artefactos terminen en los rellenos sanitarios, ya que se espera que se desplieguen grandes volúmenes de capacidad eólica a nivel mundial para reducir las emisiones hacia 2050.